Los adolescentes cometen errores. Se escabullen más allá del toque de queda para beber en una fiesta en una casa, roban ropa en las tiendas, escriben sus nombres en los baños, contestan a las autoridades y lanzan puñetazos en momentos acalorados. Nuestro sistema de justicia juvenil considera algunas de estas violaciones como locura juvenil; otros se consideran delitos penales. Injustamente, el color de la piel o el nivel socioeconómico pueden determinar cómo se categoriza el comportamiento. Los jóvenes blancos de los suburbios reciben tsk-tsked, mientras que los niños negros urbanos son esposados y encarcelados.